Un día más. Se va acercando el fin de semana.
Ya queda menos para descansar un poco de mi nuevo rol en la oficina:
programador.
Ayer me llevé, no sé si decirlo así, una
grata sorpresa. Tenías ganas de hablar conmigo. No creo que me echaras de
menos. Supongo que sólo querías saber cómo me encontraba. A fin de cuentas, al
menos has llegado a desarrollar un cierto cariño hacia mí. Sabes que lo estoy pasando
realmente mal y que he tenido que recurrir a tratamiento médico para reducir mi
ansiedad y mi depresión. El caso es que hemos estado hablando un rato por teléfono
y he tenidp la oportunidad de escuchar tu voz melodiosa que tanto me gusta y tan adentro
me llega. Te noté mejor, más contenta, incluso con ganas de bromear conmigo.
Ojalá sirviera esto para hacerme ilusiones, pero está claro que lo que deseas es
que olvide este verano y que simplemente seamos amigos. Pero tengo la impresión
de que va a costar mucho que seamos amigos. Mis sentimientos no han cambiado
nada respecto a ti y muchas veces se me hace insoportable pensar que ya no
te volveré a tener nunca entre mis brazos. No sé si seré capaz de soportar ser
únicamente tu amigo, porque es verte, aunque sea de lejos, como hoy en el
aparcamiento, y me nace un deseo hacia ti imposible de contener. Quiero tocarte,
besarte, abrazarte. En definitiva, amarte y ser correspondido por ti.
Aun así, me llama la atención que a pesar del
pacto al que llegamos, sigas manteniendo el contacto, aunque sea a distancia. La
verdad es que no puedo evitar que me encante. Mi mente quiere pensar que sigues sintiendo algo por mí, que quieres cumplir un poco lo que hablamos: conocernos
bien primero como amigos y ver después si surge algo. Pero tengo tanto miedo a
equivocarme. A pasar otra vez por la decepción, que me obligo a negarlo. Mis
sentimientos por ti, aunque la medicación esté haciendo que deje estar un
poco el tema, no van a desaparecer fácilmente. Lo que he sentido por ti,
trasciende de este mundo. Como he escrito ya en repetidas ocasiones, nunca
había estado tan enamorado de nadie. Ni siquiera cuando las hormonas mandaban
en mis actos y pensamientos. Ni siquiera, aunque sea duro decirlo, de la
persona con la que llegué a casarme.
En fin, el camino va a ser muy largo y nada
me garantiza que me lleve a un precipicio, en vez de al paraíso que es estar
contigo.
Aun me da tiempo a escribir algo más. Hace un
rato he vuelto a tener comunicación contigo y para mi sorpresa, te han
encargado algo en el trabajo en lo que puedo serle de utilidad. Por supuesto me
he ofrecido a ayudarte en todo lo que pueda. Espero hacer bien, habiendo
decidido esto. El sábado lo sabré. A ti te he visto más contenta y con ganas
de que salga bien todo esa tarde. Tengo que prohibirme hablar de nada que tenga
que ver con la pareja. Es sólo trabajo y una oportunidad de que me conozcas más
en otros territorios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario