Ya ha pasado un año y es el momento de volver, de recordar lo que han sido estos 365 días, de hacer balance.
Me fui de allí, quizá huyendo de un amor imposible, que me hacía daño por no poder olvidar lo que sentía por ti. Fueron las peores navidades de mi vida. Pensar en ti me hacía llorar todo el tiempo. No había consuelo porque nadie podía entender hasta qué punto era profundo este amor. Un amor sin mariposas en el estómago, pero un amor maduro, que entiende que eras la mujer de mi vida. La única persona que ha llegado tan profundamente a mí. Tuve que hacer un esfuerzo demasiado grande para conseguir que pasaran los días sin morir de tristeza. La distancia se apoderó de nosotros.
Unas gafas de sol. Hay veces que un pequeño detalle puede cambiar el mundo. Pues en efecto, unas gafas de sol cambiaron mi mundo. Tras los encuentros previos a la navidad, salidas a la montaña y paseos por la playa, mis gafas de sol se quedaron en tu casa. El caso es que quedamos para que me las pudieras devolver y tras hablar unos minutos, ambos comprendimos que echábamos mucho de menos un abrazo, un contacto. No quisimos evitar, a pesar del toque de queda, fundirnos en un abrazo muy intenso en el interior de tu coche, como los de antes, como si no hubiera pasado el tiempo. La amistad siempre ha sido muy fuerte desde el principio y quizá eso ha provocado que en lo más profundo nunca hayamos querido estar lejos el uno del otro.
A partir de ahí empezamos de nuevo a vernos de vez en cuando, sobre todo los viernes cuando terminábamos de trabajar. Nos escondíamos en tu coche lejos de las miradas curiosas y hablábamos y hablábamos y entre medias algún roce de manos, un beso fugaz, un abrazo...Por fin parecía que estábamos acercándonos, hasta que pasó lo que yo no esperaba. Querías convertir nuestra amistado en algo más y yo no cabía en mí de gozo.
Y así fue como empezó un año lleno de amor, pero no exento de altibajos. Parece que es nuestro sino. Nos necesitamos pero no quieres perder tu soledad y eso a veces se hace muy difícil de llevar para mí, porque sigo sin entender que me ames y que a la vez te sature, mientras yo no puedo dejar de pensar en ti.